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HISTORIA
La institución del notariado se remonta a más de 4,000 años en el antiguo Egipto. La Biblia da cuenta de la actuación del escribano, desde los albores de la civilización.
En el continente americano, el primer cabildo que se constituyó, fue la Villa Rica de la Vera Cruz, en escritura pública ante notario.
Actualmente, el notariado existe en casi todos los países europeos, en el Africa francófona, en el Japón, Rusia y otros países de Asia y en toda América Latina. Desde 1948 funciona una organización a nivel mundial, llamada "Unión Internacional del Notariado Latino", que es consejera de la O.N.U.
Por su herencia románica, el notario tiene la obligación de redactar el documento, como un tercero imparcial frente a las partes, creando un instrumento público con prueba plena y fuerza ejecutiva, oponible erga-omnes. Lo importante es que el notario es autónomo, independiente, no puede someterse a ninguna de las partes, ni ocupar puestos públicos o privados, porque debe ser libre, para otorgar credibilidad, porque la fe pública se formaliza por un "magistrado de la paz", cuya imparcialidad y equidad, garantiza a las partes seguridad jurídica, con el poder certificador que otorga la ley.
En nuestros días conforme a la norma jurídica, el notario en el Distrito Federal, es un profesional del Derecho, que obtiene la patente de notario, después de una amplia preparación, aprobando primeramente el examen de aspirante y sucesivamente resultando triunfador en la correspondiente oposición.
Por ello, se le define como el profesional del Derecho investido de fe pública por el Estado, y que tiene a su cargo recibir, interpretar, redactar y dar forma legal a la voluntad de las personas que ante él acuden, y conferir autenticidad y certeza jurídicas a los actos y hechos pasados ante su fe, mediante la consignación de los mismos en instrumentos públicos de su autoría. Asimismo, el notario funge como asesor y consejero jurídico de las partes, y está obligado al secreto profesional.
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